viernes, 23 de julio de 2010

Prueba de procrastinación

¡Excelente test de procrastinación!, ¿Cuán procrastinador soy?, ¡Cómo me gusta el verbo procrastinar!. Como ando con ganas de comparar el dios de Saramago con el de Nieztche pero me cuesta hacerme el tiempo y sentarme con la debida dedicación, voy a aprovechar para medir mi capacidad para postergar. Hoy es 24 de Julio, veremos cuánto tiempo tardo en realizar esto; si nunca sucede imaginen que me sorprendió una muerte temprana, pero sospechen de que me quedo mirando tele hasta demasiado tarde.

Me cepillo mientras.

La repetición de las experiencias nos convencen de su validez. Últimamente mi dentista me ha dicho que tengo que optimizar mis hábitos dentales, es decir, prolongar el tiempo de cuidado que le dedico al comedor por sobre el que le dedico a otras estancias de mi querido cuerpo, por caso el playroom situado unos pisos por debajo(je, je, playroom, ¿la cazaron?). Por si mismo esto no significaría mucho para mí, tal vez nada, pero resulta que varios amigos han sido advertidos por sus respectivos odontólogos de similar situación, hasta el caso de pronosticar la pérdida absoluta de las piezas dentales de uno de ellos en una suerte de pedido de convocatoria dentaria. Así es que me vi internamente compelido a tomar acción en este sitio al que las caries deben estar sometiendo a mis muelas y amplié el tiempo de cepillado nocturno; mi after dinner. Como no es agradable estar varios minutos mirándome mientras lo hago, (pregúntenle a mi botiquín espejado ó a Cameron Díaz; obtendrán similar repuesta) opté por llevarme la tarea a la cama y cepillarme mientras hago la previa al sueño: un par de páginas de lectura, un par de noticias en la tele, un par de recuerdos felices, un par de arrepentimientos. Ahora que lo pienso esta entrada merecería sponsors entre los fabricantes de cepillos, dentífricos, enjuagues y palillos.